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Cómo afrontar el TDAH

TDAH

El mes pasado se celebraba el Mes Europeo de Concienciación sobre el TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) y me quedé con ganas de escribir un post sobre este trastorno, del que puedo contaros muchas cosas porque he trabajado en un proyecto muy interesante en torno a él. Muchas veces los papás tendemos a “no querer ver” los problemas de nuestros hijos y la verdad que esto no ayuda en un trastorno como este, que conocido y tratado a tiempo puede evitar muchos problemas futuros. No en vano, en nuestro país, a pesar de los avances en los últimos diez años, la detección del TDAH todavía es tardía en un porcentaje demasiado elevado de los casos, con las perjudiciales  implicaciones que esto supone para la vida del niño en el presente y el futuro. De media, el período que pasa desde que se detecta el problema hasta que se diagnostica clínicamente un TDAH es de 16 meses.


Mucha gente de tu entorno te dirá que tu hijo es un niño movido pero el TDAH va mucho más allá. Recuerdo una imagen que nos mostraba un reconocido experto en este trastorno de unos padres que habían retratado a su hijo subido en las paredes del pasillo. El TDAH provoca en los niños hiperactividad, impulsividad y déficit de atención. Muchos de estos comportamientos son normales en la mayoría de los niños; la diferencia es que en los niños sin TDAH, estos síntomas tienden a disminuir según crecen y pasan de la educación infantil a la primaria.

La principal dificultad que acusan todos los profesionales es la detección tardía, o, en el peor de los casos, la no detección.  En la detección del TDAH existen tres agentes principales: el cole, la familia y el pediatra:

La alerta proviene habitualmente de la escuela y es la primera en dar la voz de alarma, principalmente tras la constatación de conductas disruptivas en el aula en el caso de primaria, o ante déficit de atención en secundaria.

En cuanto a la familia, en el caso de los niños pequeños, al principio los papás no atribuimos el comportamiento de nuestro hijo a un trastorno médico, y las primeras consultas se tienden a realizar en el ámbito de la psicología y la pedagogía. Con el paso del tiempo aparece la sospecha de que hay algo que no va bien, aunque no siempre saben definir qué está pasando. Muchas veces los padres nos culpamos a nosotros mismos, y este error provoca que no pidan ayuda médica cuanto antes. A veces necesitamos asimilar el problema y esperamos un tiempo prudencial para ver cómo evoluciona nuestro hijo (“a ver si se le pasa solo”), lo que también retrasa la detección.

Qué puede hacernos sospechar que nuestro hijo tiene TDAH
o   No pueden permanecer sentados en situaciones que lo requieren.
o   Cuando están sentados, cambian de postura con frecuencia y mueven los pies y las manos constantemente.
o   Corren o saltan excesivamente en situaciones inapropiadas.
o   Tienen dificultad para jugar o divertirse en silencio o tranquilamente.
o   Suelen entorpecer los asuntos de los demás, tocan cosas que no deben.
o   Están siempre en movimiento, como si estuvieran con el "motor en marcha".
o   Hablan en exceso.
o   Suelen tener más accidentes de los normales.
o   Actúan antes de pensar. Sólo ven las consecuencias de sus actos cuando es demasiado tarde y ya han dicho o hecho algo fuera de lugar; sin embargo, no aprenden y vuelven a reaccionar de forma irreflexiva.
o   Interrumpen constantemente conversaciones y juegos.
o   Se muestran impacientes; les cuesta esperar su turno.
o   Suelen resistirse a la disciplina.
o   Responden bruscamente y antes de que se haya completado la pregunta.
o   Se entrometen en los asuntos de otros.
o   Suelen ser poco previsores y olvidan planificar.
o   No distinguen el peligro, se enfrascan en actividades peligrosas.
o   Escasa tolerancia a la frustración.
o   Tienen dificultades para mantener la atención en tareas o en el desarrollo de actividades lúdicas.
o   Evitan comprometerse en actividades que requieren un esfuerzo mental sostenido.
o   Pueden tener problemas para priorizar las tareas, cometen errores por descuido en los deberes escolares y otras actividades, ya que no prestan suficiente atención a los detalles.
o   No parecen escuchar cuando se les dirige la palabra.
o   Se distraen con facilidad; suelen dejar lo que están haciendo para atender a ruidos o hechos triviales.
o   Les cuesta seguir instrucciones u órdenes y no finalizan sus tareas.
o   Tienen dificultades para organizar sus tareas y actividades.
o   Son muy olvidadizos en sus tareas cotidianas.
o   Cambian continuamente el foco de atención, sin alcanzar nunca el objetivo final.
o   Pierden con frecuencia los elementos necesarios para sus tareas o actividades (lápices, cuadernos, juguetes, etc.).

Detectar a tiempo implica aumentar las posibilidades de éxito del tratamiento y reducir la aparición de otros trastornos. Por eso, si tienes duda de que tu hijo pueda padecer TDAH no pierdas un minuto y contacta con la asociación de pacientes, FEAADAH, su presidente es una persona encantadora y os van a tratar fenomenal.


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