Invierno sinónimo de llegada del frío y
de los primero bichitos asaltando a nuestros enanos. Para nosotros el invierno
empezó hace más de un mes, a primeros del otoño con los cambios bruscos de
temperatura los primeros virus vinieron a instalarse en casa. Cayó bichito
mayor, bichito pequeño y hasta papá. Y bichito pequeño así sigue, una semana
parece que remonta y dos días después vuelve para atrás. Como es aún muy
pequeño voy semanalmente al pediatra, esta semana la consulta estaba plagada de
toses y mocos, salí de allí huyendo con miedo de no llevarme a casa nuevos
“bichos”.
Pues bien, es lo que toca un post para
hablar de mocos, y es que los mocos dan mucho de sí, podemos hablar largo y tendido,
pero hoy me voy a centrar en tres métodos infalibles que ayudan a disminuir los
mocos en nuestros pequeños. Y es que cuando te lo cuentan parece todo muy obvio
pero luego te pones con tu botella de medio litro de suero, la jeringuilla, tu
peque pegando berridos al ver el panorama, que os voy a contar…yo he necesitado
dos años para perfeccionar la técnica del lavado nasal, me enseñó una enfermera
del Hospital La Paz en una de las tres visitas que llevamos ya a urgencias este
mes.
Pues por aquí precisamente voy a
empezar, método 1 para atajar al moco, directos a la nariz de nuestros hijos
con un buen lavado nasal. Lo primero ármate con los instrumentos necesarios:
botella de suero fisiológico o monodosis, jeringuilla y aguja, un empapador o
toalla sobre el que colocar a nuestro bichi y un poco de paciencia. Este es el
método más rudimentario pero os aseguro que el más práctico porque sabremos
siempre la cantidad de suero que le estamos administrando al niño y podremos
aplicar la fuerza que consideremos conveniente para lograr que salgan más
mocos.
Continuamos con la postura, para mí lo
más importante porque si de entrada les colocamos mal, el resultado del lavado
no va a ser el deseado. Lo mejor es colocar a tu baby boca abajo con la cara
mirando a un lado. Si le hacemos el lavado boca arriba se va a agobiar más,
porque si ya respiraba mal (por eso le vamos a hacer el lavado), al añadir el
suero va a respirar momentáneamente peor. Además, boca abajo es una postura en
la que la salida del suero es fácil y si tu hijo tiene en torno a seis meses la
tendencia a levantar la cabeza tras el “manguerazo” va a ayudar a que él solito
saque más moco. En este vídeo lo vais a ver fenomenal. https://www.youtube.com/watch?v=WuY4DXTKi8w
Como veis se introduce el suero por el orificio que queda más alto, para
que pueda salir por el otro con facilidad. Luego lo tumbamos de lado contrario
y repetimos la operación con el otro orificio.
¿Cuándo limpiar los mocos a un bebé? Es
una de las preguntas que nos podemos hacer en este tema de los lavados nasales.
Hay tres momentos clave: cuando nuestros
hijos están resfriados suelen dejar de comer ya que les resulta enormemente
difícil respirar y comer a la vez, por eso es tan necesario realizarle el
lavado nasal antes de comer y así limpiar bien la nariz despejándola de mocos. Por
una razón similar, a los niños les cuesta mucho conciliar el sueño con la nariz
taponada, y es necesario practicarles el lavado nasal justo antes de acostarles
para ayudarles a dormir sin despertarse a causa de los mocos. Durante el
proceso catarral, el pediatra os habrá recetado algún medicamento para paliar
los síntomas, probablemente para inhalar (os suena la budesonida, el ventolín,
¿verdad? en mi casa coronan el mueble de la cocina este invierno) y con el fin
de que el tratamiento sea efectivo es preciso lavarle bien la nariz antes de
administrárselo y que así, pueda respirar correctamente.
Después de hablar largo y tendido de los
lavados nasales pasamos al método 2, elevar el cabecero de la cuna. Puedes ayudarte
de unas toallas colocándolas bajo el colchón o de unos libros bajo las patas.
La idea es que la cabecita de tu peque esté un poco elevada para que respire
mejor. Esto no va a dejar que tenga moco pero todo suma.
El método 3, que no falte un humidificador
en tus noches. Sí, ese dispositivo del que nunca nos preocupamos hasta que
alguien conocido o el pediatra nos recomienda comprar. Estos
aparatos nos permiten regular y
controlar la humedad relativa de la habitación de nuestro bebé. Además,
manteniendo el ambiente húmedo creamos un entorno hostil para los virus, y en
materia de espantar bichos, lo que sea, papis.
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