Suena
el despertador y empieza la carrera contra reloj para vestirnos, aplicarnos un
poco de “chapa y pintura”, poner a punto a nuestros peques, darles el desayuno
y salir por la puerta de casa en un tiempo récord (ahora en invierno ataviados
con abrigo, buzo, bufanda, gorro…). Ya ni contaros como sigue el día, hacer la
entrega de enanos on time (esto ya tarea
del papi), trabajo y más trabajo, salgo de la oficina volada para llegar a
tiempo a recoger a los enanos. Después
de tardar media hora en hacer un recorrido del cole a casa (que podríamos hacer
en ni diez minutos) me encuentro con la mirada de mis dos bichitos que te piden
atención, (lógico), y cuando la tarde es tranquila fenomenal pero si se tuerce y tu hijo mayor te monta un
numerito típico de los “twoyearistas”, en ocasiones perdemos la paciencia y
cometemos errores en la educación de nuestros peques, que pueden tener
consecuencias en su crianza.
A veces nos “autosaboteamos” sin darnos cuenta
y mandamos señales contradictorias a nuestro hijo que acaba hecho un lío y,
como consecuencia, actúa como le apetece sin tener una guía de comportamiento,
pese a que nosotros considerásemos que habíamos sido claros con la forma de
actuar que esperábamos o queríamos de él. Hoy en el post recojo los errores
educativos que más cometemos los papis. ¿te son
familiares?:
Perder los nervios
Es difícil mantenerse tranquilo cuando tu hijo acaba de garabatear el sofá nuevo pero gritar elimina la posibilidad de llegar a él.
Los niños no pueden retener lecciones cuando les gritamos: o se cierran
en banda o se vuelven locos contigo y acaban también gritando. La mejor opción
es hablar siempre con tranquilidad pero explicando qué no nos ha gustado y
haciendo saber a tu hijo que si continúa así o responde con gritos tendrá una
consecuencia a la que deberá atenerse (castigo).
Avergonzar o
comparar a tu peque
Avergonzarle o compararle con hermanos nunca es una práctica educativa
buena. Esto hace al niño sentirse resentido hacia el otro e impide que pueda
mejorar en su comportamiento. La disciplina se debe aplicar centrándonos en lo que cada niño hace bien y
no en comparar actitudes, cuando lo hacemos de esta manera los niños mejoran
sus actitudes y se relacionan con positivismo con los demás.
Dar discursos y
argumentos demasiado largos
Por supuesto que debes explicar lo que ha estado mal
pero sus trastadas no requieren de una conferencia magistral…Probablemente
te deje de escuchar a las dos frases.
Acudir
al soborno
Puede que a veces te sientas tentado con sobornar a tu hijo para
cortar una rabieta o para que haga algo con rapidez. Esta estrategia funciona en el
momento pero tiene consecuencias a largo plazo porque lo que estás haciendo es
premiar un mal comportamiento, así que luego no te sorprendas si tiene rabietas
simplemente para conseguir lo que quiere. Los niños necesitan darse cuenta de
que comportarse bien, ya sea esperar pacientemente en una cola del supermercado
o ser amable con su hermano, no tiene un premio, sino que simplemente así es
como se espera que se porten.
Regañarle en público
Siempre hay que
llamar la atención en el momento si estamos ante una situación de peligro, como
cuando van corriendo por la calle sin mirar. Sin embargo, hay que evitar regañar o disciplinar al niño
delante de la gente. Cuando lo haces, ellos están más centrados en las
personas de alrededor que pueden estar escuchando la regañina que en lo que les
estás tratando de enseñar. Cuando haya que llamar la atención al niño deberemos
hacerlo en privado, en un sitio
donde podamos hablar tranquilos. Si no podemos encontrar un lugar
adecuado en el momento, entonces es mejor que brevemente lesllamemos la atención y decirle que
hablaremos después en casa.
No escatimes con las instrucciones
Le has dicho un millón de
veces que no deje su chaqueta tirada en medio del salón, así que ¿por qué sigue
haciéndolo? Lo creas o no, probablemente no comprenda realmente lo que le
estás pidiendo, después de todo, cuando le pides que se
‘comporte bien’ implica diferentes cosas dependiendo de si estamos en el parque,
en casa de los abuelos. Por eso debemos dar las instrucciones
lo más específicas posibles, dile a tu hijo lo que debe hacer o
lo que esperas que haga, por ejemplo, recuperando la situación anterior,
deberíamos decir: “Por favor, cuelga tu chaqueta en el armario cuando llegues a
casa”, en lugar de lo que no quieres que haga:"no tires las cosas al suelo".
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